Uno por ciento de la población mundial padece trastorno del espectro autista

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CDMX.- El 2 de abril se celebra el Día Mundial de la Concientización sobre el Autismo, una condición que la padece 1 de cada 100 personas en el mundo, por lo que especialistas de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama) de la Secretaría de Salud hicieron un llamado a la sensibilización social sobre este trastorno del desarrollo.

Personas especialistas en neurología, psiquiatría y salud mental explicaron que el autismo, cuyo termino correcto es trastorno del espectro autista (TEA), es una condición de origen desconocido que implica el desarrollo atípico del cerebro y que plantea dificultades en la interacción social y en la incorporación a la vida comunitaria a quienes lo padecen.

Principales rasgos

Las alteraciones se pueden identificar desde el inicio del desarrollo infantil, neuronal y del cerebro. Respecto a los principales rasgos, estos se pueden detectar desde los primeros meses de vida en los que se hacen evidentes diferencias con relación al denominado desarrollo típico de la mayoría de los bebés.

El TEA también se encuentra en el mismo grupo que el trastorno de déficit de atención, los trastornos del aprendizaje y los trastornos del desarrollo intelectual, que antes se conocían como retraso mental.

Los especialistas explicaron que en medicina, los TEA no son considerados como enfermedades en sentido estricto porque, para denominarlas de esa manera, deben tener características especificas: que sea posible llegar al diagnóstico a través de estudios de imagen o de laboratorio. En el caso de trastorno de espectro autista, no sucede lo anterior ya que su diagnóstico es enteramente clínico.

Diagnóstico

Recalcaron que el diagnóstico se realiza por medio de una entrevista clínica al paciente y a familiares, cuidadores, profesores y compañeros que aporten información complementaria de la escuela o de los lugares en que la persona se desarrolla. Esto permite llevar a acabo una evaluación poliédrica y multidimensional del individuo y certificar que las características propias de la condición se presentan en todos los contextos y no sólo en algunos.

Alteraciones en la comunicación

Asimismo, las personas con TEA suelen presentar alteraciones en la comunicación socioemocional y en el lenguaje, patrones de comportamiento restringidos y repetitivos. En muchos de los casos suele presentar ecolalia, una perturbación del lenguaje que consiste en repetir de manera involuntaria una palabra o frase que acaba de pronunciar otra persona en su presencia, generalmente sus padres o cuidadores primarios. De igual manera, acerca del lenguaje también presentan la característica de que no balbucean, un rasgos que puede ser señal de alerta para solicitar el diagnóstico médico.

Desarrollo socioemocional

El comportamiento de las personas con TEA suele ser distinto al de la mayoría de los infantes. Durante el desarrollo típico se percibe que desde pequeños comienzan a sonreírle a su cuidador, atener una comunicación no verbal basada en el contacto visual y hay una interacción social entre ambos, aún cuando no se ha desarrollado todavía el habla. Esto no ocurre con personas que tienen este trastorno.

Algo que debe tomarse en cuenta para acudir a una valoración exhaustiva es que los niños con TEA no miran a los ojos y no manifiestan reciprocidad social con la persona que los cuida.

Se presentan alteraciones también el el juego; se nota conforme van creciendo la incapacidad de realizar juego simbólico que es el juego en el que interviene la imaginación y en el que se crean historias. Quienes padecen TEA, más bien se enfocan en objetos extraños que pueden generarles mucho más interés.

Discapacidad intelectual

Las personas con TEA pueden o no tener discapacidad intelectual. Si presentan discapacidad intelectual, el pronóstico es menos favorables, pero hay quienes no la tienen e incluso aparentan tener una inteligencia superior al centrarse en temas muy específicos sobre los que tienden a desarrollar un conocimiento profundo, en línea con los patrones de intereses restringidos y repetitivos que son característicos de esta condición.

Añadieron los especialistas que las personas que viven con TEA tienden también a desarrollar una inflexibilidad de la modificación de las rutinas. Suelen angustiarse mucho por los cambios, incluso los más sutiles.

Hipersensibilidad o hiposensibilidad

Muy frecuentemente las personas con esta condición presentan hipersensibilidad o hiposensibilidad a los estímulos sensoriales: les puede molestar mucho el ruido o estar el lugares muy concurridos les puede generar altos niveles de angustia.

Con relación a la alimentación, en muchos casos son muy reticentes porque no aceptan ciertos ingredientes en los alimentos; los sabores muy intensos les desagradan mucho. Este comportamiento es a causa de la hipersensibilidad a los estímulos sensoriales propia del trastorno.

Explicaron que es frecuente que la hipersensibilidad de la que se ha hablado no es incompatible con hipersensibilidad ante estímulos sensoriales en otros ámbitos. Por lo que es común encontrar a personas con TEA que son indiferentes al dolor o a la temperatura, con las que se debe tener cuidado.

Tratamiento

El tratamiento se basa principalmente en un conjunto de terapias que van desde las del lenguaje, terapias de comunicación, estimulación sensorial, desarrollo socioemocional y centradas en la rehabilitación motora.

No existe un tratamiento farmacológico indicado para el autismo, pero si se emplean fármacos cuando existen comorbilidades o para  atender situaciones puntuales de conducta que pueden llegar a ser muy graves.

La base del tratamiento siempre será la terapia, la cual se diseñará y administrará dependiendo de las características específicas de la niña o el niño, es por ello que las personas especialistas resaltaron que la intervención a favor del paciente debe ser interdisciplinaria.

Factores de riesgo

Hoy en día se desconoce el origen preciso de este trastorno, pero si están identificados algunos factores de riesgos, los cuales son los siguientes:

  • Los padres sean añosos al momento de concebir (más de 35 años en la madre más de 38 en el padre).
  • Fumar durante el embarazo.
  • Tener contacto con organofosforados durante la gestación, especialmente durante el tercer trimestre, o concebir a través de inseminación artificial.

Sin embargo, los expertos coinciden en que los factores de riesgo no son determinantes, ya que no hay una causa específica.

Concluyeron que es de suma importancia asistir a las consultas mensuales con la o el pediatra para monitorear la evolución del menor y vigilar el desarrollo socioemocional durante los primeros mil días de vida. En esta etapa es posible identificar rasgos de alerta.

Para finalizar, el diagnóstico del TEA puede hacerse desde antes de los dos años, ya que entre más temprano el diagnóstico será mucho mejor el pronóstico, porque esto permitirá que desarrollen las habilidades  necesarias para la mejor inserción social mediante la rehabilitación.

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