CDMX.- Uno de los aprendizajes que dejo la pandemia por Covid-19 fue la limitada y aveces inexistente, capacidad para la producción local de medicamentos esenciales que hay e la mayoría de los países de ingresos bajos y medianos (LMIC, por sus siglas en inglés), e incluso regiones geográficas completas, por lo que se les impone una grave dependencia con los países que los desarrollan y/o manufacturan, para así poder intentar acceder con oportunidad y en cantidades suficientes a michos de los productos médicos que son esenciales.
Esta peligrosa dependencia tecnológica lo que evidenció fue el gran abismo entre las naciones de ingresos altos de las de medio y bajos, el cual se profundizó todavía más debido a la vulnerabilidad de las cadenas de suministros globales, que no podían cumplir con toda la enorme demanda de algunos productos y que se enfocaron en cumplir con las demandas de sus compradores más grandes y por supuesto, solventes.
Tomado todo lo anterior como referencia, y comprendiendo que los productos biológicos, son algunos de los elementos sanitarios esenciales que nos sirven para enfrentar los desafíos sanitarios globales actuales y futuros, pero considerando que en el actual modelo desarrollo económico, la inmensa dependencia tecnológica y de producción que mantienen a las naciones LMIC en relación con los ingresos elevados, sumándole a los dispares niveles de desarrollo económico y social que existe entre ellas, es urgente la necesidad de hallar e implementar acciones que fomenten la limitada capacidad para la biofrabricación en los LMIC, y así solventar la escasez de mano de obra calificada indispensable.
Iniciativa de Formación de la Fuerza Laboral de Biomanufactura
La Organización Mundial de la Salud (OMS) puso en marcha la Iniciativa de Formación de la Fuerza Laboral de Biomanufactura, la cual su coordinación está a cargo de la Unidad de Producción y Asistencia Local (LPA), en nombre de la División de Acceso a Medicamentos y Productos Sanitarios (MHP) de la OMS, en conjunto con la Academia de la OMS y la División de Ciencias de la OMS.
Esta iniciativa busca mejorar las capacidades de bioproducción en los LMIC, brindando programas de capacitación que sean accesibles y personalizados, con base a los estándares de la OMS y las normas internacionales, asimismo, adaptados a las necesidades cambiantes del sector, que se soporta en tres pilares:
- Actividades de creación de capacidad existentes dentro de la OMS.
- El Centro Mundial de Capacitación para la Biofabricación.
- Los centros de formación regionales.
Los programas de creación de la capacitación de la OMS han tenido éxito en la prestación de asistencia técnica innovadora focalizada en las necesidades de los fabricantes pertenecientes a los Estados Miembros. Estos incorporan:
- Maratones anuales de entrenamiento virtuales de cGMP para la fabricación de vacunas.
- La Semana de la Calidad y otras capacitaciones de CMC sobre vacunas y otros productos médicos.
- Talleres regionales de formación holística sobre los principales facilitadores de la producción local sostenible.
Durante el XVIII Encuentro Internacional de Farmacovigilancia de las Américas, realizado en la Ciudad de México en octubre del año pasado, el doctor Jarbas Barbosa, Director General de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), mencionó lo siguiente: “La integración regional requiere de una visión compartida y una disposición clara de los diversos actores para promover el fortalecimiento de los sistemas regulatorios. Solo así se podrá minimizar los obstáculos y potenciar la cooperación regional con miras a asegurar el acceso equitativo a tecnologías sanitarias de calidad”.
Con proyectos como los mencionados anteriormente, la Organización Mundial de la Salud trabaja de la mano con otros países miembros de la organización, de forma particular con los de ingresos bajos y medios, con el objetivo de emparejar las capacidades que les permitan resolver con mejores capacidades los retos futuros.